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Breve historia del Clavecín en México 

El clave tiene una historia fascinante y, debo reconocerlo, para mí casi desconocida. Gozó de gran popularidad durante el renacimiento y el barroco, para luego caer en el olvido, sobre todo debido al gran auge del piano. El último clavecín histórico se construyó hacia 1800 por los Kirkmans, dato asombroso, de inmediato verán por qué: contrario a lo que todos hayamos pensado (los neófitos, claro), tan sólo 89 años después se construyó el primer clave del revival del instrumento, resultado del deseo romántico por mirar hacia el pasado. Pero estos clavecines de principios del siglo XX no fueron desarrollados como réplicas de los originales del siglo XVIII ni buscando ser fieles a la estética de aquella época: buscaban saciar una curiosidad un tanto naïf , crearon un instrumento de exposición universal (París, 1889), una versión moderna del clave que incluía muchos elementos característicos del piano. Un instrumento bastardo. El movimiento historicista de la música antigua comenzó unos cuantos años después, y fue gracias a músicos/investigadores como Gustav Leonhardt que realmente se rescató al clavecín del olvido junto con su contexto original, su repertorio y todo un background teórico.



   Para hablar de la historia del clave en México nos pusimos en contacto con la maestra Norma García, profesora de las escuelas Superior y Nacional de Música. Ella ve, sin lugar a dudas, un parteaguas en el regreso desde los Países Bajos de la maestra Luisa Durón1, quien estudió precisamente con Gustav Leonhardt. Antes, simple y sencillamente, no había nada, nadie que enseñara el instrumento en todo el país. La maestra Durón llegó a México para abrir espacios, crear un público, difundir la música para clave, pero sobre todo, estableció toda una escuela de clavecinistas mexicanos, todos alumnos suyos, que más tarde estudiarían en el extranjero y que actualmente son los encargados de las cátedras de clavecín en los tres centros profesionales donde se enseña, la Escuela Nacional de Música de la UNAM, la Escuela Superior de Música y el Conservatorio Nacional de Música, ambos del INBA. Dentro de esta lista podemos encontrar nombres como Lucero Enríquez, Emma Gómez, Raúl Moncada, Eunice Padilla, Santiago Álvarez, Miguel Cicero y la propia Norma García.



   Actualmente existe una "tercera generación" de estudiantes de clave, que serían algo así como "nietos" de la maestra Durón, que ya no han pasado por sus manos y que son alumnos de los maestros arriba citados. "Ahora hay mucha gente joven que empieza directamente por el clave, cosa que hace algunos años no era posible", menciona García sobre la situación actual del gremio. Asimismo reflexiona: "de 50 años para acá ha habido una gran evolución en la concepción, en la manera de abordar el instrumento y en el proceso de descubrir el lenguaje que le pertenece." El hecho fundamental de tratarlo como "un instrumento íntegro, independiente que necesita un acercamiento especialista, como cualquier otro" ha sido también un logro, resultado del trabajo de tantos años.

 

Norma, ¿puedes mencionar algunos aspectos concretos en los que se ha avanzado desde aquélla época?



Principalmente ha cambiado la construcción de los instrumentos (el tipo de claves que se construía hace 40 o 50 años tenía un mecanismo pesado, poco flexible y de sonido débil, que no permitía tantas sutilezas como los claves que se hacen hoy, que son copias de instrumentos originales); la técnica interpretativa (los instrumentos por sí mismos han sugerido mucho a los intérpretes sobre la manera de tocarlos); y se han descubierto fuentes teóricas y repertorio que entonces no se conocían, aportando mucha información crucial.

Ha sido un proceso largo, una verdadera evolución en el rescate de lo que fue este instrumento originalmente...

Sí, se trata de intentar saber qué es lo que quería el compositor, qué intenciones tenía, cómo se pensaba en la época, cuál era la concepción estética, el contexto, etc. Mientras más información tengas, mejor; aunque después decidas hacer una interpretación u otra, se trata de lograr una versión históricamente informada.



¿De qué recursos técnicos dispone un clavecinista?



Mucho se ha hablado sobre las limitaciones del clave, sobre su "inexpresividad". Sí, tal vez es cierto que tiene más limitaciones que otros instrumentos, pero es precisamente esta característica lo que lleva al intérprete a desarrollar al máximo la expresividad, la flexibilidad, la musicalidad. Podríamos mencionar la diversidad en la articulación, el manejo tan peculiar del timing que se hace con el clave, la manera como se arpegia o se deja de hacer, la cantidad de notas que se tocan para dar la sensación de dinámica o la manera como se ponen y quitan los dedos en el teclado. Todo esto influye de manera directa en el resultado sonoro.

Pero ¿de qué sirve modificar la manera como se ponen los dedos sobre una tecla, si el mecanismo que se pone en marcha es siempre el mismo? Por todos es sabido que no se tiene injerencia en la producción del sonido...

Claro que puedes influenciar la producción del sonido, estoy convencida de ello. Es algo muy sutil y es verdad que un clavecinista puede desconectarse muy fácilmente del sonido, pero en la manera como pones y quitas los dedos, en la velocidad con que lo haces, en el hecho de atacar la tecla superficialmente o hasta el fondo del teclado radican muchos detalles fundamentales para el resultado sonoro, que son evidentes para quien está sensibilizado. En el clavecín utilizamos distintas maneras de quitar los dedos, cortando el sonido o alargándolo, y se provocan de esta manera distintos énfasis, armonía y disonancias no escritos.

Hablando de lo que está y lo que no está escrito, entramos en un tema muy extenso en el que podríamos mencionar la práctica del bajo continuo.

El bajo continuo es todo un mundo, una manera de pensamiento que para mí es indisociable del repertorio solista. Tiene mucho que ver con la concepción de la improvisación, de una manera muy diferente de concebir la música, más flexible, más pendiente de lo que está pasando. Es una visión que creo que no tienen otros instrumentos, que se tienen que apegar más a lo que está escrito, nuestra música no tiene nada escrito... hay tanta libertad y tan poca al mismo tiempo. Es una práctica que se redescubrió un poco después del redescubrimiento del clavecín en sí, lo cual implica que al principio, las primeras generaciones, no sabían lo que era, estaban experimentando. Pero ahora forma parte sustancial de lo que es tocar el clavecín. Los grandes clavecinistas del mundo, de China o de donde quieras, son también grandes continuistas. Más que una técnica, que sí lo es, es una manera de concebir la música, una mentalidad.

Al igual que se descubrió un corpus teórico que ayudó a reconstruir la práctica del bajo continuo, se descubrió un problema muy amplio, el de los temperamentos.

La cuestión de la afinación también es algo muy interesante, es algo muy personal y termina por ser fundamental la relación que uno tiene con la afinación de su instrumento: yo decido esta 5ª así, ésta asado, porque me gusta o porque voy a tocar en tal tonalidad, o porque voy a acompañar a tal instrumento. Por supuesto que hay que conocer distintos tipos de afinaciones que se utilizaban en la época; yo creo que ésta es otra aptitud que forma parte del oficio de clavecinista, sin olvidar que debes saber cómo es el mecanismo interno, debes poder cambiar un plectro y decidir cómo quieres que rasgue, si más fuerte o más débil, controlar cuánto quieres que se suma el teclado, en fin, son muchas variables que debes controlar...

Y que los escuchas desconocemos. Cuando vamos a un concierto sólo percibimos una pequeña parte del trabajo, la punta del iceberg.

Por último, un breve comentario sobre la situación actual del clave, por favor.



Se está haciendo mucho por el clave en México. Actualmente hay un auge, a pesar de que, hasta donde yo se, sólo se enseña en tres centros profesionales del país. Para mí es muy importante, sobre todo, señalar la gran cantidad de gente joven, de niños que están estudiando clave hoy en día. Tampoco debemos olvidar que hay otra generación de jóvenes mexicanos que actualmente están estudiando en el extranjero, principalmente en Europa. Creo que lo más importante es que ahora se sabe, más o menos de manera generalizada, que el clavecín es un instrumento independiente, con un repertorio y un lenguaje específicos, que deben ser abordados con absoluta seriedad, dedicación y especialización.

 

   Entrevista a la Maestra Norma García

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